El marchante de arte y propietario de Taller de Picasso, Jordi Costa, mantuvo una relación muy estrecha con los artistas. Y es que su galería no sólo era un centro de exposiciones, sino también un punto de vida social de gran efervescencia, incluso, en época del franquismo, cuando también actuó de refugio y epicentro de libertad creativa.

Los artistas que exponían en la galería Taller de Picasso a menudo expresaban su amistad o agradecimiento a Jordi Costa dedicándole dibujos o, en otros casos, retratándolo con su pincel.

Gracias a estas obras tan personales de los artistas de Taller de Picasso podemos captar las mil caras del marchante de arte Jordi Costa entre principios de los años 70 y medios de los 90 del siglo pasado.